Archivo | 2:26 pm

Aprendiendo de los errores: Papa olvida

3 Oct

Diego_Sol

Dedicado a todos los que como yo comentemos errores como los que explica Livingston en el texto. Cuantas veces nos olvidamos, cuantas veces descargamos emociones equivocadas en la educación, avergonzado por haberme equivocado en muchas ocasiones lo comparto por si os hace reflexionar y extrae alguna emoción positiva para compartir con vuestros hijos.

«Escucha, hijo: voy a decirte esto mientras duermes, una manita metida bajo la mejilla y los rubios rizos pegados a tu frente humedecida. He entrado solo a tu cuarto. Hace unos minutos, mientras leía en el salón, sentí una ola de remordimiento que me ahogaba. Culpable, vine junto a tu cama.

Esto es lo que pensaba, hijo:

Me enfadé contigo. Te regañé cuando te vestías para ir a la escuela, porque apenas te mojaste la cara con una toalla. Te regañé porque no te limpiaste los zapatos. Te grité porque dejaste caer algo al suelo.

Durante el desayuno te regañé también. Tiraste la taza. Tragaste la comida sin masticar. Pusiste los codos sobre la mesa. Untaste demasiado la tostada con mantequilla. Y cuando te ibas a jugar y yo salía hacia el trabajo, te volviste y me saludaste con la mano y dijiste: “¡Adiós, papito!” y yo fruncí el entrecejo y te respondí: “¡Ponte derecho!”.

Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te vi, de rodillas jugando en la calle. Tenías agujeros en el pantalón. Te humille ante tus amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mí. Los pantalones son caros, y si tuvieras que comprarlos tu, serias más cuidadoso. Pensar, hijo, que un padre diga eso.

¿Recuerdas, más tarde, cuando yo leía en el salón y entraste tímidamente, con una mirada de perseguido?

Cuando levanté la vista del libro, impaciente por la interrupción, vacilaste en la puerta. – “¿Qué quieres ahora?”, te dije bruscamente.

Nada respondiste, pero te echaste en tempestuosa carrera y me echaste los brazos al cuello y me besaste y tus bracitos me apretaron con un cariño que Dios había hecho florecer en tu corazón y que ni aun el descuido ajeno puede agotar. Y luego te fuiste a dormir, con breves pasitos ruidosos por la escalera.

Bien, hijo; poco después fue cuando se me cayó el librode las manos y entró en mí un terrible temor. ¿Qué estaba haciendo de mí la costumbre? La costumbre de encontrar defectos, de reprender, ésta era mi recompensa a ti por ser un niño. No era que yo no te amara; era que esperaba demasiado de ti. Y media según la vara de mis años maduros.

Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es grande como el sol que nace entre las colinas. Así lo demostraste con tu espontaneo impulso de correr a besarme esta noche. Nada más que eso importa esta noche, hijo. He llegado hasta tu camita en la oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza.

Es una pobre explicación; sé que no comprenderías estas cosas si te las dijera cuando estás despierto. Pero mañana seré un verdadero Papito. Seré tu compañero, y sufriré cuando tu sufras, y reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando esté por pronunciar palabras impacientes.

No haré mas que decirme, como si fuera un ritual: “No es mas que un niño, un niño pequeñito”.

Temo haberte imaginado hombre. Pero al verte ahora, hijo, acurrucado, fatigado en tu camita, veo que eres un niño todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza en su hombro. He pedido demasiado, demasiado.»

W. Livingston Larned
evades blog

Prácticas del curso blogs 08

Chema coach

Optimismo y automotivacion

Home's Cool!

Don't just keep wishing about it! Go on home!

The Daily Post

The Art and Craft of Blogging

WordPress.com News

The latest news on WordPress.com and the WordPress community.